UPDATE SEMANA 3 – INMERSIÓN ÁREA NUEVA YORK 2025

¡Tercera semana en el Área de Nueva York!
Nuestros estudiantes siguen disfrutando de esta aventura al máximo, y cada día trae consigo nuevas experiencias, aprendizajes y momentos que quedarán para siempre en su memoria.

Esta semana ha estado repleta de emociones, actividades culturales y, por supuesto, muchas risas compartidas con nuevos amigos de todo el mundo. El grupo continúa fortaleciéndose, viviendo cada día con entusiasmo y curiosidad.

Celia, nuestra monitora, nos ha hecho llegar un resumen de estos días junto con unas fotos que reflejan a la perfección la energía y el espíritu del grupo.
¡No os lo perdáis! Aquí tenéis un pequeño resumen de su día a día en esta semana inolvidable.

9TH OF JULY: Let´s play golf

¿Hay algo más divertido que probar un nuevo deporte?

Nuestros chicos pasaron una mañana de lo más increíble rodeados de ‘swings’, ‘greens’ y ‘handicaps’. Fuimos al Top Golf, una cadena de pistas de Golf muy famosa aquí en USA ¡y muy cool! El sitio es super chulo. Dispone de tres alturas y, adivinad que, nos tocó en la tercera. Así que, desde lo más alto, pasamos una mañana de lo más entretenida.

Como os podéis hacer a la idea, este deporte se les daba mejor a unos que a otros. Este es el caso de nuestros chicos: Manuel, Juan, Pablo, Guille y Juan. Todos ellos demostraron cierta habilidad con el dominio del ‘swing’ pese a ser novatos. ¿Tendrá algo que ver que fueran a jugar el día anterior para practicar? Seguramente sí. Eso sí, entre todos, no podemos olvidar mencionar a Carmen Iglesias que sin duda fue la MVP del Golf. Con elegancia, clase, movimientos muy pro y mucha precisión, Carmen nos dejó a todos boquiabiertos.

Estuvimos toda la mañana jugando. De hecho, tanto les gustó y entretuvo, que decidimos renovar la partida y prorrogarla una hora más. Fue super divertido, tal vez una de las actividades grupales más divertidas. Cada partida era diferente y, sobre todo, en cada una podías seleccionar un juego diferente: Mario Bros, inserta en el hoyo, Angry birds… La diversión fue real.

Por si fuera poco, los HF de Oier, Ron and Janet, nos invitaron a unos deliciosos snacks y, creedme, estaban deliciosos. Ordenaron dos bandejas enormes que tenían de todo: minihamburguesas, nachos con aguacate y queso, “croquetas de queso”, sticks de mozarella… entre otros. Y, por si eso no fuera suficiente, nos invitaron a un snack de lo más ‘yummy’: bolitas rellenas de vainilla y chocolate con una jeringuilla. Desde luego, la guinda del pastel.

Después de una mañana de lo más entretenida, tocaba ir a casa, aunque algunos de los chicos: Martín, Juan, Ariadna, Lucía y Yolanda, fueron a casa de Oier a pasar el rato jugando. Los host parents de Oier pidieron pizzas y, aunque estábamos llenos del picoteo del golf, siempre hay hueco para una pizza, ¿verdad?

Lucía y Yolanda tuvieron toda una pijamada real. Durmieron juntas en casa de Yolanda y pasaron una tarde-noche de lo más divertida.

Martín fue por la tarde a descubrir la ciudad en la que estudia su host sister, Page. Estuvo recorriendo los diferentes edificios (algunos históricos) de la facultad y creedme que era enorme, ya que todo WestChester está prácticamente ocupado con la universidad: gimnasios de 4 plantas, más de 7 edificios lectivos, varias residencias de estudiantes, sala de eventos, infinitas bibliotecas… aquello era como Howarts. Una auténtica pasada.

Después de la visita, como colofón a una tarde muy divertida viviendo la verdadera vida universitaria americana, Martin, Page y yo, fuimos a probar un nuevo restaurante de sushi in town. No os puedo explicar como estaba de bueno. ¡Aún soñamos con ese sushi!

10TH OF JULY: WHAT AN AWESOME DAY! IN NEEEEEEEW YORK

Como os podéis imaginar este día tiene más de una banda sonora, aunque sin duda, nuestros chicos estarían de acuerdo cantando al unísono la canción de Alicia Keys y Kayne West: “concrete jungle where dreams are made of, now you are in NY”, and lights Will inspire you…. Con este temazo comenzamos nuestro díazo en la gran manzana. Fue un día espectacular que comenzó muy temprano ya que partíamos desde Philadelphia hasta NY a las 10 de la mañana volviendo a las 11 de la noche, desde luego un día cuanto menos, aprovechado.

Todos nuestros chicos están de acuerdo en que ha sido uno de los mejores días que han vivido en esta experiencia. Risas juntos, shopping, descubrir la ciudad… no nos faltó absolutamente de nada.

El día comenzó, como no podía ser de otra forma, en Central Park. El emblemático parque del centro de la ciudad era aún más bonito de lo que nos esperábamos. Varias fuentes, un mirador, un cielo cubierto de rascacielos, un castillo, un zoológico, varias estatuas, una gigantesca de ‘pickeball’, puentes y sitios emblemáticos como las escaleras y el techado de ‘Gossip Girl’, nuestras chicas (las más fanáticas), alucinaron. Paseamos por sus zonas verdes, su mirador, sus puentes y sus ‘callejuelas’… este era el momento en el que teníamos un contacto con el gran parque de Manhattan.

Nueva York nos recibió con bocinazos, neones, olor a pretzel y una energía que te pone en modo “protagonista de película” desde el primer minuto. Aunque esto no fue lo único que sorprendió a nuestros pequeños turistas, el humo de las alcantarillas de NY dejó a más de uno atufado, confundido e impresionado.

Primeras veces: Visitando la ciudad, viendo grandes rascacielos, y… ¡probando Raising Cane’s! fue una revelación absoluta: entramos por curiosidad y salimos enamorados del pollo frito más crujiente y jugoso que hemos probado jamás. La combinación del pan tostado con mantequilla, las papas perfectas, y esa salsa secreta (¡madre mía, la salsa!). Tras comer, nos embarcamos en un paseo de lo más ameno, compras. Recorrer Manhattan fue como estar dentro de una película… pero versión “maratón de compras sin final”. Caminamos tanto que el suelo podría habernos cobrado alquiler. Nos lanzamos a la 5ª Avenida con la ilusión encendida y el paso firme, parando en cada tienda que nos llamaba con luces, descuentos o promesas de “solo voy a mirar”. En Nike nos probamos zapatillas como si fuéramos atletas de élite (aunque lo más deportivo que hicimos fue sobrevivir al calor), y en Victoria’s Secret nos sentimos como en un desfile, aunque salimos más con risas que con lencería. Entre vitrinas brillantes, turistas despistados y bolsas multiplicándose como por arte de magia, vivimos el Manhattan más auténtico: el de caminar sin parar, comprar sin medida y disfrutar como si fuera la última vez que tu tarjeta sobreviviría al día.

Recorrer Manhattan a pie fue toda una aventura para los chicos, pero nada nos preparó para la magia del paseo en bus al atardecer. Después de horas y horas caminando entre tiendas, luces y turistas, subirnos al segundo piso del bus fue como entrar en un mundo nuevo. La ciudad, que parecía ya vibrante de día, se transformó por completo cuando las luces empezaron a prenderse una tras otra, pintando de colores las calles, los edificios y hasta las caras de la gente que cruzaba por las aceras. Lo más increíble de este momento fue poder ver Times Square tanto de día como de noche y creedme si os digo que cambia.

Desde aquella ventana gigante en las alturas, la vista era simplemente espectacular. La música callejera acompañaba el viaje: un saxofonista tiraba notas suaves y melódicas justo en la esquina, mientras a unos metros un grupo de hip-hop improvisaba con tanta energía que no podíamos quedarnos quietos en los asientos.

Cada parada era una nueva oportunidad para ver un artista diferente o escuchar un ritmo distinto. El ruido del tráfico se mezclaba con las risas de los pasajeros, la música y el murmullo constante de la ciudad, creando una atmósfera única, casi mágica.

Nos reímos, cantamos y hasta intentamos bailar (sin mucho éxito, pero con muchas ganas), disfrutando de ese momento como si fuéramos parte de la vida misma de Nueva York. El paseo en bus se convirtió en el mejor remate para un día agotador pero increíble, un momento para absorber la esencia de Manhattan desde las alturas, mientras la noche nos envolvía con su ritmo frenético y su belleza hipnótica. Sin duda, esa fue la joya del viaje, el instante en que la ciudad nos mostró su cara más auténtica y nos hizo sentir que formábamos parte de su locura maravillosa.

Y este es el resumen de un día épico en Nueva York (o cómo sobrevivimos al caos con glamour y una botella de cocacola en la mano y algún que otro helado, sorry).

Hay días normales, hay días buenos… y después está ese día en Nueva York. Uno de esos que empiezan con intención de ser buenos y terminan con los pies hinchados, las bolsas llenas de souvenirs innecesarios y una felicidad inmensa.

11th of JULY: Lets go Shopping!

Tras un largo día en NY muy aprovechado y con un poco de dolor de pies, nuestros chicos descansaron largo y tendido, por lo que como podéis imaginar alguno que otro durmió hasta muy tarde. La mañana transcurrió tranquila para la mayoría: algún chapuzón en la piscina, desayunos que se convierten en brunch y, algunos de nuestros chicos como. Lucía, Juan, Pablo, Guillermo, Oier, Paula y Laura que se fueron de shopping matutino.

Por la tarde noche, Martín acompañado de Carmen I y Sofía, fue a visitar un espectáculo musical con su familia: ‘Grease’. ¡Todo un planazo!. De hecho, tras el show todos nos fuimos a un restaurante mexicano que ya todos conocéis y nos encanta: El Barrio. Nos encontramos con música en directo, limonada y deliciosa comida.

Otros estuvieron de fin de semana, pasando tiempo con las familias, en la playa… soleado y con buena temperatura. Nuestra Ari vino completamente bronceada.

En resumen, fue un día tranquilo de estar con la familia, pizza y mucha playa para algunos.

12th: Playa y escapadas de fin de semana y planes varios

Ariadna, Sofia y Carmen, tuvieron la suerte de pasar el fin de semana o al menos el sábado, en la playa con sus familias. Muelles llenos de atracciones, restaurantes, arcades, heladerías, tiendas y souvenir shops… entretuvieron a nuestras chicas quienes además de bañarse disfrutaron mucho de las atracciones.

Después de tanto ajetreo por la ciudad, los chicos decidieron que ya era hora de cambiar las zapatillas por chanclas y escaparse a la playa con sus familias. ¡Y vaya planazo! Nada más llegar, lo primero fue atacar una pizza por ahí, porque ¿qué mejor que pizza calentita en la arena? Entre mordisco y mordisco, nos lanzamos a pasear por el muelle, disfrutando del viento, las gaviotas y el sonido relajante del mar. Estamos seguros de que cayó alguna siesta.

En USA estamos descubriendo los emblemáticos muelles recreativos que hay en zonas cercanas a la playa y que nos teletransportan a lugares como Santa Mónica o Malibú. Nuestras chicas están disfrutando muchísimo.

Pero no todo era playa. Nuestros chicos jugaron a la play, cenaron con las familias, disfrutando de su compañía, pero mientras otros, como Juan, estaban en la cama malos.

El resto del grupo tenían previsto realizar una actividad muy divertida. Carmen, Martín y Celia se alistaron con toda la actitud para su primer rodeo: ¡el láser tag! Era la primera vez que se metían en esa batalla futurista llena de luces, bases que conquistas, obstáculos y disparos láser por todas partes, y tenían claro que venían a arrasar. Se pusieron sus chalecos, agarraron las pistolas y se lanzaron a la aventura como si fueran auténticos campos de batalla. El pique estaba servido.

Al principio, un poco torpes esquivando y apuntando, pero enseguida la cosa se puso seria. Entre risas, carreras y algún que otro «¡me han dado!», las dos se convirtieron en una máquina imparable de estrategia y disparos certeros. Se reían de sus propias tácticas, competían por quién conseguía más puntos y se animaban para no perder ni una sola batalla. Al final de la tarde, agotadas pero felices, salieron con la sonrisa de haber vivido su primer rodeo laser tag… y la promesa de que la próxima ronda sería aún más memorable y reñida.

Lo mejor de todo es que el segundo rodeo del día no era una metáfora… ¡era un rodeo de verdad! Nada de láseres ni luces de colores esta vez: hablamos de toros y caballos, música country a todo volumen, botas de vaquero y ambiente de feria con olor a algodón de azúcar y adrenalina. Pasaron de correr entre obstáculos futuristas a intentar no salir volando de un toro que no tenía piedad. Entre giros imposibles, risas incontrolables y algún que otro “¡no siento las piernas!”, Carmen y Celia dieron el espectáculo completo. Terminaron despeinadas, sudadas y medio dobladas de tanto reír… pero felices como dos vaqueras después de conquistar el lejano oeste. Porque sí: dos rodeos en un solo día no los aguanta cualquiera, pero ellas lo hicieron con estilo.

Como dicen aquí en USA: It aint my first rodeo.

13 de julio: ¡Al agua patos!

Hoy la actividad del día no va sobre ruedas a pasar de ir muy bien. ¿Por qué?, porque hoy los planes estaban relacionados con agua y relax. Teníamos programado hacer ‘tubbing’.

Desde el principio ya prometía: nos llevaron en uno de esos autobuses míticos estilo campamento americano, de los amarillos de toda la vida, con los asientos algo desgastados, ventanas abiertas y ambiente de excursión total. Íbamos todos apretados, pero lo mejor no éramos nosotros… ¡eran los flotadores! Esos donuts gigantes iban apilados como una torre de ruedas, ocupando pasillos, pegados a las ventanas, sobre nuestros regazos… ¡y casi no cabíamos! Cada vez que alguien se movía, había que reajustar la montaña de flotadores como si fuera un tetrix humano. Entre risas, empujones suaves y gritos de “¡oye, que no veo nada!”, ya el trayecto hasta el río fue toda una aventura.

Cuando por fin llegamos y soltamos los flotadores al borde del agua, empezó la parte buena. El paisaje era precioso: un río tranquilo, con vegetación a ambos lados, el sol entrando entre los árboles, y esa sensación de desconexión total. Nos lanzamos al agua en fila, uno detrás de otro, y enseguida se formaron los primeros grupos. Al principio todo era calma, flotando relajados, algunos cerrando los ojos, otros hablando de cualquier cosa. Pero no duró mucho…

En cuanto agarraron confianza, los niños empezaron a organizar carreras improvisadas. Se empujaban con las manos, intentaban cogerse a la corriente más rápida o incluso se lanzaban “ataques acuáticos” suaves, girando los flotadores de los demás. Las risas eran constantes. En uno de los tramos con una pequeña corriente, uno gritó “¡ahí viene la cascada!”, y todos entraron en modo aventura total. No era nada peligroso, claro, pero el momento fue épico: un par de giros rápidos, salpicones por todas partes, y ese grito generalizado de “¡otra vez, otra vez!” que solo se oye cuando algo realmente lo están disfrutando.

Hubo también momentos de calma total: flotando al ritmo del río, escuchando solo el agua, el viento y algún pájaro. Algunos se cogieron de las manos con los flotadores para no separarse y dejaron que el río los llevara en grupo. Era imposible no pensar que aquello parecía sacado de una película americana: todo era sencillo, divertido, natural y perfecto.

Terminamos el recorrido empapado, algo cansados y con una sonrisa permanente. Entre el viaje en el autobús amarillo, el caos de los flotadores y las risas en el río, fue una de esas experiencias que no se olvidan. De esas en las que nadie mira el reloj, todos están de buen humor, y los niños piden repetir incluso antes de terminar. Sin duda, tubing se ganó su puesto entre los mejores momentos del viaje.

Para rematar, varios de los niños, paramos a comer en un emblemático ‘fast food’ donde disfrutamos de unas hamburguesas y perritos deliciosos. Sin embargo, Lucía, una de nuestras chicas, parecía haberse quedado con hambre por lo que fue con su host family a cenar, nada más y nada menos, a un restaurante español. Pero no fue la única, Martín, fue a cenar con su familia a un delicioso restaurante de sushi con ‘Show cooking’. Una pasada.

14 de julio: Todo sobre ruedas

Lucía y otros de nuestros chicos, disfrutaron de una mañana de outlets comprando varias gangas: Nike, Polo, Tommy, Gap… Tras estar ocupados gran parte de la mañana de shopping, por la tarde tenían planazo: patinaje.

¡Bienvenidos al lejano oeste… sobre ruedas! Así se sintió nuestra tarde de patinaje indoor, una de esas actividades que suena normal hasta que entras al sitio y lo ves. La temática del día era cowboy, por lo que se suponía que debíamos disfrazarnos y tan sólo Carmen y Celia, trajeron algún elemento relacionado.

Nosotros, sin disfraz, pero con muchas ganas, nos lanzamos a la pista… aunque “lanzarnos” es una palabra generosa. El primer reto fue mantenernos en pie. Al principio íbamos como patitos recién nacidos, agarrándonos unos a otros como si estuviéramos cruzando un puente colgante. Pero tras unas vueltas (y un par de resbalones, si no que se lo digan a Paula), le fuimos pillando el truco. Eso sí, siempre con ese estilo “vaquero urbano torpe pero feliz” que marcó toda la tarde. La pista estaba super ambientada en canciones americanas que nos transportaban a la temática. Todo por supuesto, muy americano.

Paula fue nuestra MVP del día. Sin duda el patinaje es lo suyo. Sobre todo, si se trata de más caídas en menos tiempo o caídas con estilo. Es nuestra ganadora.

15 de julio: ‘Day off’

Cada uno de nuestros chicos realizó una actividad diferente. Algunos se relajaron en casa con sus host familias, jugaron a las cartas, hicieron deporte, vieron películas o nadaron en la piscina. Algún afortunad@ salió a cenar por ahí. Fue un día muy tranquilo pero ‘nice’.

Después de tantos días intensos, por fin llegó… el glorioso day off. Ese día mágico en el que nadie manda, no hay horarios, y cada uno es libre de seguir su instinto (o su pereza). Y vaya si lo hicimos. Tan sólo nuestra querida Carmen B, estuvo disfrutando al igual que el día posterior de la capital de USA, Washington DC.

16 de julio. Diversión en las alturas

Desde el momento en que pasamos por la entrada y vimos la montaña rusa más alta saludándonos desde el horizonte, supimos que este no iba a ser un día tranquilo. Six Flags nos recibió con sol, olor a palomitas y esa música de parque temático que ya te pone el cuerpo a 100. ¡Empezaba la aventura!

Los valientes del grupo (los que no necesitan biodramina para vivir) corrieron directos a las montañas rusas. Primero fue la de madera, de esas que crujen como si fueran a romperse, con bajadas imposibles que nos hicieron gritar como si nos estuvieran persiguiendo. Luego vinieron los loopings, los giros en espiral, los pies colgando en el aire y esa sensación maravillosa de flotar por unos segundos… o de arrepentirte de haber desayunado. Esto nos pasó a muchos con ‘Intel’ y ‘El Toro’, dos de las atracciones más rápidas y empinadas.

Claro que no todo fue correr de atracción en atracción sin parar. Después de unas cuantas vueltas en la montaña rusa que nos dejó el estómago dando volteretas, tuvimos que hacer una parada técnica obligatoria para recuperar fuerzas. La cara de mareo era generalizada: cabezas que giraban, risas nerviosas y más de uno sujetándose la tripa como si la adrenalina se hubiera escapado con ellos. Así que nos refugiamos en la zona de comida, que era todo un paraíso: hamburguesas gigantes, perritos calientes y pizzas. ¡This is America!

Los más valientes: Carmen I, Lucía, Yolanda, Martín, Guiller y Oier, se montaron en absolutamente todo, ya que además tuvieron la suerte de pillar un día tranquilo en el parque por lo que no tuvieron que hacer apenas cola.

Terminamos el día con una sonrisa que no nos cabía en la cara. Six Flags fue todo lo que esperábamos y mucho más: pura adrenalina, diversión sin pausa.

Los últimos días: entre emociones y ganas de quedarnos

Ya quedan pocos días aquí, y la verdad… ¡qué difícil es pensar en irnos! Cada rincón, cada momento, ha estado lleno de emociones que nos han dejado con ganas de más. Entre risas, aventuras y esas pequeñas sorpresas del día a día, nos hemos ido encariñando tanto que la idea de despedirnos se nos hace cuesta arriba.

No queremos que esto termine, queremos seguir descubriendo, seguir con las actividades y los planes, seguir compartiendo con las familias, seguir riendo, seguir viviendo cada instante como si fuera el primero. Estos últimos días se sienten agridulces, como ese último sorbo de un helado que te encanta: sabes que se acaba, pero quieres saborearlo despacio. Y creedme, a los americanos les chifla el helado.

Así que aquí estamos, con las maletas casi hechas pero el corazón lleno, intentando exprimir cada minuto, nos despedimos de este blog hasta dentro de poco.

Seguiremos informando,

XOXO,

Celia Aguado.

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