Nuestros chicos y chicas de Inmersión en Vancouver ¡No paran! Su monitora, Ana Isabel, nos lo cuenta en detalle 🙂
No nos han faltado emociones en esta segunda semana. A pesar de una apretada agenda con clases de inglés hemos podido disfrutar de varias actividades emocionantes y hemos podido seguir descubriendo nuevos rincones de Vancouver city como por ejemplo el parque de Queen Victoria park en el que además entramos en un vivero y nos hicimos amigo de un papagallo enseñándole a repetir palabras en español.
Muchos probamos por primera vez la actividad de “trampoline” y a pesar que nos dejó algunas agujetas al día siguiente, disfrutamos muchísimos saltando entre camas elásticas, haciendo piruetas en el aire, realizando unos auténticos mates o saltando hacia el vacío para caer en una piscina de goma espuma a la que apetecía entrar pero no era nada fácil salir. Pero lo que más nos gustó a todos es cuando jugamos a una especie de balón prisionero entre una guerra de balones sobre las colchonetas elásticas.
Pudimos disfrutar del numeroso grupo internacional en la “teens party” en la que participamos el miércoles. No faltó la comida ni la oportunidad de demostrar que los españoles son el alma de las fiestas ya que nuestros chicos fueron los primeros en salir a la pista y empezar a bailar mientras pedíamos canciones que invitasen a ello. Poco a poco, fuimos descubriendo como el resto de participantes se unían y arrasaban en la pista mostrándonos su destrezas de baile.
El viernes quisimos descubrir más rincones de la ciudad y comenzamos por el Science World cuyo museo de ciencias nos dejó impresionados a todos. Disfrutamos de todos las actividades que ofrecía y fue la oportunidad para que cada uno nos demostrase sus talentos. Daniel y Patricia resolviendo juegos de lógica y razonamiento. Lucas y Armando deleitándonos con su talento para la percusión. Pablo y Maria compitieron para ver quién llegaba arriba antes usando la mecánica… Descubrimos más sobre la fauna del lugar y hasta pudimos tocar y descubrir la suave piel de un castor.
Desde allí, nos encaminamos a Chinatown y es que no hace falta visitar China para visitar algunas de sus maravillas. Atravesamos la gran puerta y rodeados de dragones dorados visitamos una de sus más preciados tesoros, su jardín Chino, un remanso de paz y silencio en una ciudad tan grande y bulliciosa como Vancouver. Entramos por la puerta de la luna y pronto tuvimos la sensación de estar en otro lugar muy lejos de aquí perteneciente a una cultura milenaria. Pudimos comprender más sobre su simbolismo y escuchar tocar uno de sus más antiguos instrumentos. Además de deleitarnos con un té verde al jazmín y de practicar el arte de la escritura usando un pincel con agua. A Pablo tanto le gustó que decidió comprarse una de estas pizarras para poder seguir ensayando desde casa.
El sábado teníamos reservado día de piscina y playa y aunque la mañana no nos acompañaba poco a poco se fue abriendo el cielo y pudimos disfrutar del sol y de una temperatura agradable. Eso no frenó a los más valientes como Armando, que no salió del agua mientras el resto nos hacíamos de rogar nuestra entrada distrayéndonos jugando a las cartas. Al final todos disfrutamos de la piscina gigantesca y algunos hasta de sus toboganes. En esa piscina pueden ensayar los equipos de remos así que haceros una idea de lo que cuesta hacer un largo 😉 English Bay fue la primera playa que hemos pisado, pero no será la última. Aunque esta vez sólo la mitad se baño el resto aprovechamos el tiempo enterrando en la arena a Carlos. Fue todo un trabajo en equipo y estuvimos contentos con el resultado ya que le costó salir. Pero sin lugar a dudas, lo más especial del día fue el cumpleaños de Pablo, quince añitos!!! No faltaron las felicitaciones, las canciones de cumpleaños en varios idiomas y como no, un pastel de chocolate que todos compartimos en la playa mientras le hacíamos entrega de una tarjeta de felicitación dedicada por todos sus compañeros. Fue un cumpleaños inolvidable, vivido desde la fantástica ciudad de Vancouver.
El domingo aprovechamos para hacer un poco de vida familiar y después no faltó la diversión jugando a los bolos.
El lunes, comiendo de clase de nuevo pero antes subimos a la Sky Tower para comer desde allí en el restaurante giratorio, disfrutando de las vistas de Vancouver a 360º. Podéis ver algunas de esas maravillosas vistas en las siguientes fotos que queremos compartir con vosotros.
¡Hasta la próxima semana!
