«Al volver, sentí que no soy la misma persona que se fue hace un año»
Luis Ordás nos habla de su experiencia en Pensilvania (Montoursville) donde a ha cursado un año académico completo, asistiendo a un High School norteamericano, como un alumno más, y conviviendo con una familia nativa.
Curso 2015/2016
El hecho de haber estado conviviendo con una familia de acogida americana durante nueve meses, experimentar una nueva cultura, viajar a lugares de ensueño y conocer a otro tipo de gente, ha sido una experiencia única. Antes de embarcarme en esta nueva aventura, me sentía muy nervioso, pero a la vez emocionado, dado que era la primera vez que viajaba al extranjero por tanto tiempo. Sabía que no todo iba a ser fácil, que iba a haber momentos buenos y malos, pero tenía claro que tanto las buenas experiencias como las no tan buenas eran parte del programa.
Al volver, sentí que no soy la misma persona que se fue hace un año; me siento más maduro, más seguro de mí mismo, más independiente, con más iniciativa y con más visión global
Además de las cualidades que gané como persona, hay que sumar la cantidad de gente que conocí, los amigos que hice, las experiencias vividas…y todo ello gracias a mi familia de acogida, que son los que han hecho que todo esto se hiciera posible. Fuimos varias veces de camping, me llevaron a sitios increíbles como Filadelfia, Washington o Nueva York, donde pude pasear por calles coloniales, entrar dentro del capitolio de EE.UU., o sentarme en Times Square y ver el fantasma de la ópera en Broadway. Me llevaron también a museos, y fui de caza con mi padre americano. Daba la casualidad de que mi familia americana era judía y eso fue algo que me gustó mucho. Pude experimentar celebraciones como Hannukah o Passover, de las cuales aprendí cosas muy interesantes.
En el instituto todo era diferente. Había múltiples clases de ciencias, matemáticas, arte, e incluso una sala dedicada a la orquesta del instituto.También tenía mi ansiada taquilla, igual que las que salen en las series americanas. En la parte de fuera estaba el estadio junto con la pista de atletismo, donde cada viernes iba a ver con mis amigos el partido de fútbol americano del equipo local (los Warriors). Me apunté a clubs y a deportes (tenis y voleibol), y participé activamente en diferentes actividades relacionadas con el instituto. De hecho, una de las cosas que más me asombró fue la vida del instituto. Mis compañeros no sólo iban a estudiar allí, si no a divertirse y a colaborar en distintas actividades organizadas por los profesores y por el centro en sí. En EE.UU. no sólo te centras en sentarte en un pupitre, hacer exámenes y escuchar lo que dice el profesor, sino que puedes formar parte de numerosos clubs y participar en laboratorios donde, por ejemplo, puedes diseccionar tú mismo, o incluso realizar un estudio sobre un compuesto químico.
Todo el mundo en el instituto era amable y abierto, con disposición a aceptarte tal y como eres desde el principio.
Hice muy buena amistad con los otros dos estudiantes extranjeros que estudiaban en Montoursville, un brasileño y una surcoreana. Fuimos los tres juntos a Homecoming, una de las famosas fiestas de instituto americanas; desfilamos por las calles del pueblo en descapotables, lanzando caramelos a los niños que nos esperaban en las puertas de su casa para vernos pasar. Otras fiestas de instituto memorables fueron Winter Formal y Prom, donde nos vestíamos todos de etiqueta e íbamos con nuestra pareja a bailar (esto sí que recuerda a las películas).
Como buen estudiante español, me apunté al club de español, para echar una mano y ver cómo se organizaban las actividades. Una de las profesoras me propuso hacer una presentación en español sobre el lugar en el que vivía, cómo era un día cualquiera en España, sobre qué hacía con mis amigos los fines de semana… Más tarde me ofrecí voluntario para presentar el festival anual de español, donde se enseñaron vídeos realizados por los estudiantes, se preparó comida, y se bailaron algunas canciones, entre ellas la Macarena. En otra ocasión fuimos al colegio de infantil para enseñar a niños palabras básicas en español, a la vez que veían imágenes sobre España. Me sorprendió ver lo curiosos que eran siendo tan pequeños; me hacían muchísimas preguntas.
Tengo que decir que después de un año, creo que mi nivel de inglés es casi perfecto; soy capaz de hablar, leer y ver películas en inglés. Ya se acabó el pensar cómo decir algo en inglés; sale solo. Así que si tenéis la oportunidad de pasar un año fuera en otro país no os lo penséis dos veces. Es una experiencia inigualable, os vais a quedar con ganas de repetir. Es verdad que no todo son buenos momentos; vais a tener subidas y bajadas, como es normal en todas las personas que participan.
Una forma buena de ver las bajadas es que son también parte del programa, momentos en los que se te está poniendo a prueba, momentos que tienes para superarte a ti mismo y crecer.
Y ante todo no tengas vergüenza ni miedo a hacer nada; es más, lánzate y apúntate a todo lo que puedas dentro de que la situación que tengas te lo permita. He hecho muchos amigos con los que sigo manteniendo el contacto y espero verme pronto, además de haber probado cosas nuevas que hasta hace poco ni conocía que existían. Así que no dudes más y lánzate a la aventura.
Luis Ordas