La pregunta “¿por qué mandar a mi hijo a estudiar en el extranjero?” es una que muchos padres se hacen cuando sus hijos llegan a cierta edad y esta opción empieza a aparecer sobre la mesa. ¿Vale la pena? ¿Es demasiado pronto? ¿Y si no se adapta? Todas estas dudas son comprensibles. Pero si estás aquí, probablemente es porque ya lo estás considerando y te interesa invertir en su futuro.
Estudiar en el extranjero: mucho más que aprender un idioma
Estudiar en el extranjero, ya sea durante un trimestre, un semestre, un curso completo o incluso varios años, marcará sin duda un antes y un después en la vida de tu hijo o hija. No es simplemente un viaje ni unas vacaciones largas: es una experiencia de vida, una etapa formativa que deja huella en su identidad, su forma de enfrentarse al mundo y su preparación para el futuro.
1. Dominio real del inglés
Uno de los aprendizajes más evidentes, pero a la vez más profundos, es el idioma. Y no hablamos solo de sacar buenas notas en inglés, sino de vivir el idioma. Muchos estudiantes llegan con la idea de que su nivel es bueno… hasta que pisan el aula de un high school o conviven con una familia anfitriona.
Es entonces cuando se enfrentan al acento, la velocidad natural de los hablantes nativos, las expresiones coloquiales, la slang, los juegos de palabras… Y ese es el punto de inflexión: cuando dejan de traducir mentalmente y empiezan a pensar y sentir en inglés. Esta fluidez, esta soltura, no se consigue en una academia. Solo se alcanza con una inmersión total.
2. Habilidad para adaptarse: salir de la zona de confort
Uno de los mayores regalos que ofrece esta experiencia es el desarrollo de la capacidad de adaptación. Enfrentarse a nuevas normas, costumbres, horarios, maneras de enseñar, formas de socializar… obliga a los jóvenes a salir de su burbuja y aprender a gestionar la incertidumbre, algo que será clave en su vida adulta.
La diferencia entre un joven que ha vivido en el extranjero y otro que no, a menudo es notable. Se vuelven más resolutivos, más seguros de sí mismos. Descubren que pueden. Y esto les cambia por dentro.
En España tendemos a sobreproteger a nuestros hijos, aunque no siempre seamos conscientes. En otros países, en cambio, es habitual que desde edades más tempranas se les anime a gestionar su tiempo, resolver sus problemas y tomar decisiones. Esa madurez que aquí muchas veces llega tarde, se acelera con una experiencia internacional.
3. Ventaja competitiva para universidades y empleo
Haber estudiado parte del bachillerato en el extranjero o haber pasado un tiempo significativo en otro sistema educativo les da una ventaja clara en los procesos de admisión universitaria, tanto dentro como fuera de España. Se valora la experiencia internacional, el nivel de inglés y las competencias blandas que adquieren (autonomía, resiliencia, comunicación intercultural…).
Y lo mismo ocurre en el mundo laboral. Hoy más que nunca, las empresas buscan candidatos globales, con idiomas y experiencia en contextos internacionales. Esta vivencia puede ser el punto diferenciador en una entrevista o en un CV.
4. Mayor madurez e independencia
No hay crecimiento sin reto. Vivir lejos de casa, organizar su día a día, convivir con personas de otra cultura, enfrentarse a situaciones inesperadas… todo esto les hace madurar a pasos agigantados.
Cuando regresan, ya no son los mismos. Han ganado en confianza, en responsabilidad, en criterio. Y tú, como madre o padre, también lo verás: un hijo que sabe lo que quiere, que es más capaz de gestionar su vida y que tiene una visión más amplia y abierta del mundo.
Preguntas frecuentes
¿Cuál es la mejor edad para estudiar en el extranjero?
Para responder a esta pregunta, es fundamental tener en cuenta que no existe una única respuesta válida, ya que la mejor edad para estudiar en el extranjero depende de varios factores, entre ellos, las características y expectativas del propio estudiante. ¿Está preparado para enfrentar el reto de vivir en un entorno cultural distinto? ¿Qué espera obtener de esta experiencia?
Según el Council of International Schools (CIS), muchos expertos coinciden en que la etapa de la ESO y el Bachillerato (entre los 13 y 17 años) es ideal para estudiar en el extranjero. En este periodo, los jóvenes están en pleno proceso de formación académica y personal, lo que convierte la experiencia en una oportunidad educativa única. Además, el Centro de Investigación de la Educación Global de la Universidad de Harvard subraya que los adolescentes tienen una notable capacidad de adaptación a nuevas culturas, lo que favorece su desarrollo tanto académico como social. A esta edad, los estudiantes aún no están atados a decisiones profesionales definitivas, lo que les permite explorar, equivocarse, aprender y crecer. No obstante, estudiar en el extranjero también sigue siendo una excelente opción durante la universidad, ya que ofrece la oportunidad de ampliar las perspectivas académicas y laborales, permitiendo a los estudiantes adquirir una visión global que los prepara mejor para los desafíos del futuro. Sin embargo, recordemos que cada estudiante es único, y la decisión debe considerar sus circunstancias individuales.
¿Qué puedo hacer para que mi hijo/a estudie en el extranjero?
Si estás considerando esta opción, hay algunos factores clave que debes tener claros:
- Tiene que querer irse. La motivación debe nacer de él o ella. Obligarles a vivir esta experiencia sin desearla puede hacer que no la aprovechen como deberían.
- Necesita cierta autonomía. Saber organizarse, manejar tareas diarias básicas y comunicarse con cierta soltura son habilidades necesarias. Si bien algunas de estas competencias puede que ya las haya desarrollado, también tiene la oportunidad de perfeccionarlas y practicarlas antes de la experiencia.
- Involúcrales en la decisión: Es fundamental que participen en el proceso desde el inicio. Muéstrales vídeos, testimonios de otros estudiantes, ferias educativas o charlas de antiguos alumnos.
- Hazles partícipes del proceso: Desde elegir el destino hasta preparar la maleta, cada paso debe ser una oportunidad para involucrarse y tomar decisiones, de manera que se sientan parte activa de esta importante experiencia.
- Explícales los beneficios de forma realista: desde aprender inglés de forma natural hasta hacer nuevos amigos o destacar en el futuro profesional.
El precio de mandar a tu hijo a estudiar al extranjero
El precio de una estancia educativa en el extranjero depende de varios factores clave:
- El curso: No es lo mismo un trimestre de ESO que un año completo de Bachillerato o un programa universitario. En Aston Herencia ofrecemos opciones para todas las etapas educativas.
- Duración: Desde un trimestre o cuatrimestre hasta años escolares completos, e incluso la carrera completa.
- Destino: Los países más populares son Estados Unidos, Canadá, Irlanda y Reino Unido, pero también encontramos opciones en Francia, Alemania, Suiza, etc.
- Tipo de colegio y alojamiento: Puedes elegir entre colegios públicos, privados o internados, y alojarte con una familia anfitriona o en residencia.
- Personalización: A más servicios, mayor valor añadido. Podrás encontrar opciones más económicas como el programa J1 en Estados Unidos (desde 10.900€ el semestre, y 14.650€ el año académico), donde no eliges destino y vives con familias anfitrionas voluntarias, lo que reduce considerablemente el coste. Por el contrario, si prefieres una experiencia más dirigida, puedes elegir tu destino, tipo de colegio, asignaturas optativas y vivir en residencia, como en nuestros programas en boarding schools del Reino Unido o internados en Suiza, donde se ofrece un entorno académico de alto nivel, instalaciones de primer orden y atención personalizada 24/7. También ofrecemos opciones intermedias, como colegios públicos con elección de zona y alojamiento en familia anfitriona seleccionada, disponibles en países como Canadá o Irlanda.