«Aprendí a formar parte de un equipo y a sentir su espíritu»
Alba echa la vista atrás para recordar como fue su experiencia de año escolar en Estados Unidos. Ella estudió un curso académico completo en Hawaii, donde tuvo que empezar de cero ¡Nos lo cuenta!
Curso 2015/2016
El año pasado decidí que quería mejorar mi nivel de inglés. Para ello, mis padres y yo llegamos a la conclusión de que la mejor forma de hacerlo era irme un año a estudiar en el extranjero, así que empezamos a evaluar las distintas opciones, ya que mi hermano Carlos había estado previamente en un internado en Inglaterra durante siete meses. Después de todo acabé viajando 10 meses a Oahu, en Hawai’i. Esta decisión la tomamos después de haber hablado con unos amigos, cuya hija había hecho este mismo programa con Aston Herencia dos años antes. Al escucharlo me encantó la idea de vivir al lado de la playa y tener buen tiempo durante todo el año; siempre había querido vivir en alguna isla tropical del estilo, así que decidí que era lo que más me atraía y lo que quería hacer, y mis padres también apoyaban esta idea.
Allí cursé noveno grado (Freshmen year), que es el primer año de instituto en Estados Unidos. En España equivale a 3º ESO. Mi colegio se llamaba Le Jardin Academy, era un colegio internacional, que tenía un sistema educativo un poco distinto a los demás. Apoyaban sobre todo el aprendizaje mediante la práctica, ya que haciendo lo que te enseñan se aprende mejor que memorizándolo. Además, la forma de evaluar el trabajo era también un poco más distinta: la nota más alta era un 8, aunque con un 3 ya aprobabas. Allí aprendí muchísimas cosas, a parte del inglés. Por ejemplo, cuando me apunté al equipo de cross country (running), aprendí a formar parte de un equipo y a sentir su espíritu, ya que nunca antes había estado en un deporte de equipo como ese. Además, esto también se incrementó en las clases, ya que en este sistema educativo trabajábamos mucho en grupo, en vez de individualmente, porque hacíamos proyectos, más que exámenes. También aprendí a valorar el esfuerzo. En algunos de estos proyectos te podías pasar meses trabajando en ellos, para que luego no estuviera ni aprobado y tuvieses que empezar de nuevo, o arreglar o completar lo que habías tenido mal. También allí descubrí algunas de las que ahora se han convertido en mis pasiones o hobbies. Por ejemplo, en España siempre había dado historia o geografía, pero para mi sorpresa en ese colegio los de mi curso dábamos humanidades en vez de historia. En esta asignatura dimos sociología, la cual me encantó nada más empezar, es verdad que no conocía su existencia como asignatura antes de llegar allí. También allí empecé a dar, como optativa, Creative Writing (Escritura Narrativa). Siempre me había gustado mucho leer y, aunque nunca lo había hecho antes, siempre me había atraído escribir, y así es como empecé a hacerlo muy a menudo.
Cuando llegué por primera vez a Hawai’i estaba súper emocionada y contenta por empezar esta aventura que a mí se me hacía tan apasionante. Sin embargo, esa misma semana, empecé a darme cuenta que no era tan fácil como yo pensaba. Tuve que aprender a manejarme en un país extranjero para mí, en el que no hablaban mi mismo idioma, y con gente completamente desconocida. El primer mes fue el más difícil. Después de este, cuando empecé a conocer más a la gente (mi familia anfitriona y mis amigos del colegio), cuando me empecé a adaptarme más al idioma y al lugar, en resumen, cuando me empecé a sentir casi como en casa, entonces me empezó a ir todo muy bien. Con sus subidas y bajadas durante el año escolar, como es de esperar, pero genial. Recuerdo que durante las navidades volví a empezar a echar de menos mi vida en España. En parte porque ya llevaba un tiempo allí en Hawai’i, lejos de mi país, mi familia, y mis amigos, y por otra parte porque la Navidad es una fiesta que pasas con tu familia. Pero eso fue solo un par de días, ya que luego empecé a disfrutar de las navidades en un lugar en el que parecía siempre verano.
De entre las cosas que aprendí allí una muy valiosa fue valorar. Valorar esa oportunidad tan grande de vivir allí, y valorar las cosas que ya tenía antes de llegar allí, ya que con el tiempo empecé a notar las ausencias, como los amigos y la familia.
Otra cosa importante que obtuve en mi experiencia allí fue la independencia. Aprendí a hacerme las cosas yo sola, o pedir ayuda a alguien en caso de necesitarla. Pero, probablemente, lo más valioso que me llevo de allí son las personas. Todas las que conocí y que formaron y forman parte de mi vida. Mis padres americanos, todos mis amigos del colegio y de la academia de baile a la que iba, mis profesores y todos los demás estudiantes de intercambio que estábamos en ese estado, y que nos veíamos todos en las reuniones que se organizaban y que a mí tanto me gustaban; ya que además de hacer un montón de amigos más, me gustaba ver a todas las culturas unidas.
Alba Castrejón
¡Muchas gracias Alba por contarnos tu experiencia de año escolar en Estados Unidos!