«Espero que sea la primera de muchas más vivencias que me hagan abrir los ojos y ver cómo es el mundo en realidad»
Hoy echamos la vista atrás y recordamos la experiencia de Jorge que estudió un curso escolar en Estados Unidos. El suyo fue un año de muchísimo aprendizaje y enriquecimiento personal, gracias Jorge por este mini diario.
Curso 2015/2016
Hay cosas que cambian y otras que no. El paso del tiempo se nota en todo y en todos, eso sí. Siempre me acordaré de lo que me dicen mis abuelos, que el tiempo pasa volando y que aproveche todas las oportunidades que la vida me da. Eso estoy haciendo, o al menos intentando. Y nunca he estado más orgulloso de mí mismo que al elegir esta oportunidad. Al estar un año en otro país con una cultura y lenguaje totalmente diferente al que estaba acostumbrado, me he dado cuenta de muchas cosas, cosas que nunca me imaginaría. Antes de irme me dijeron: “Cuando vuelvas todo será igual, no te preocupes. Habrás estado un año fuera pero no notarás nada diferente”. Puede que yo sea la excepción a la regla, que no creo, porque yo (como mucha más gente me imagino) he notado el cambio. Un cambio translúcido, del que uno se tiene que fijar con ojo de águila para poder percibirlo, pero se halla en todo lo que hagas o dejes de hacer, lo que pienses, lo que digas… En tu forma de ser. Simplemente eres otro, tu versión 2.0.
Esta experiencia ha sido la más enriquecedora de mi vida. Espero que sea la primera de muchas más vivencias que me hagan abrir los ojos y ver cómo es el mundo en realidad.
Además de haber aprendido a desenvolverme en otra cultura e idioma sin siquiera sentir que no era mi lengua materna, me ha enseñado a valorar lo que tengo, a mi familia, a mis decisiones, a creer en mí mismo, a saber buscarme la vida, a saber lo que quiero de verdad y a ver al mundo con otros ojos. Desde que tenía ocho o nueve años, he querido irme a estudiar un curso escolar en Estados Unidos. Lo veía como la mejor experiencia que podría vivir. Ahora que he vuelto, me alegro de que mis padres me inculcasen esa mentalidad emprendedora, y de que yo les hiciese caso y no fuera un cabezota.
El primer recuerdo que se me viene a la mente es cuando recibí el correo de SHe herencia diciéndome que ya tenía mi nueva familia americana. No me había sentido tan feliz en mucho tiempo. Lo leí y lo releí para ver que era real y en seguida se lo dije a todo el mundo. Desde entonces empezó la cuenta atrás. La despedida con mis amigos y familia no fue tan dura como me habían dicho que sería… Será por lo contento que estaba de empezar mi nueva vida y porque siempre he sido un chico independiente.
Cuando aterricé en el aeropuerto vi a mi familia americana no les habría reconocido de no ser por el enorme cartel que habían hecho en el que decía: “¡Welcome Jorge!”. He de decir que he sido muy afortunado con mi familia, no podría haber tenido otra igual. Desde el primer día me trataron como a un hijo propio y hermano. Teníamos nuestras diferencias al principio, pero la convivencia las disolvió por completo y desde entonces, me sentía como en casa, en mi casa americana con mi familia americana. Eran todo lo que podía pedir: acogedores, amables, divertidos, felices, motivadores, luchadores, me apoyaban en todo, se preocupaban por mí… Simplemente querían lo mejor para mí, y yo para ellos. Además comían sano, ¡cosa difícil de encontrar en este país! Les estoy eternamente agradecido por todo lo que han hecho y por lo que siguen haciendo por mí. He pasado momentos inolvidables con ellos y me han enseñado a ser mejor persona, espero verles pronto. En cuanto al tema de amigos, pude apreciar la diferencia cultural los dos primeros meses. Fue difícil entrar en uno de esos grupillos que tienen desde que son niños, y eso que soy un chico extrovertido, pero fue llevarme bien con alguien y empezar a salir. Estaba todo el día fuera; jugando partidos de baloncesto, fútbol, yendo al cine o a casa de mis amigos, haciendo barbacoas o bonfires… ¡Me lo he pasado en grande! Los deportes y los actos sociales del instituto me ayudaron mucho a conocer a gente nueva. Me llevo muy buenas amistades y seguro que nuestros caminos se cruzarán pronto.
La mentalidad americana es muy diferente a la española. Parece que no, ya que ambos países somos muy desarrollados y compartimos múltiples características pero a la hora de vivir con ellos, es muy diferente. La gastronomía deja mucho que desear comparada con la española, y tienen un distinto horario al nuestro, al cual te acabas acostumbrando. En cuanto a la educación… Me quedé sin palabras. Es verdad que el nivel es menor, pero las instalaciones, las facilidades que tienen y lo cercanos que están los profesores con los alumnos me dejaron atónito. Le dan una gran importancia a los deportes, cosa que me encantó ya que soy muy deportista y viven los partidos como si fuesen un Real Madrid-Barcelona. Es impresionante. Toda la gente va a los partidos a apoyar a sus respectivos institutos.
Cuando estaba jugando el partido de waterpolo más importante de la temporada y veía a toda la gente gritando y a la banda tocando las canciones se me ponían los pelos de punta. Simplemente espectacular.
Tampoco me olvidaré de las vacaciones en México, donde hasta un delfín me besó en la boca y volé con mi hermano y padre americano en un tubo de aire, donde hicimos snorkeling en el océano más precioso que he visto en mi vida… Fue una gozada. En navidades, fuimos a Utah a pasarlas con la familia por parte de padre y ¡Juro que nunca he estado más cansado en unas vacaciones! Me las pasé haciendo de caballito para los más pequeños y los no tan pequeños. Pero mereció la pena al ver sus caras llenas de felicidad y oír decirles “¡Another one, another one!”. Les echo de menos y espero verles de nuevo. Los bailes del instituto también son inolvidables, junto con los partidos de fútbol americano, baloncesto y las competiciones de natación y partidos de waterpolo que jugué. En realidad, cuando hablo de momentos inolvidables pienso en todo lo que me ha pasado, cada momento con mis amigos y familia de acogida, con los profesores y entrenadores… Hasta las discusiones de las que aprendí lecciones… Todo ha sido inolvidable y se lo agradezco a todos los que lo han hecho posible.
El tiempo pasó volando y en menos de lo que canta un gallo me vi de nuevo en casa, en España. Todo el mundo me decía lo cambiado que estaba pero yo siempre lo negaba. Lo negaba hasta que me di cuenta. El Jorge que se había ido un año atrás no era el mismo que había vuelto hace tan sólo unos días. Veía a todos igual, a unos con más pelusilla en la cara, a otros más altos pero en general, no habían cambiado tanto. Quien había cambiado era yo y mi forma de ver el mundo.
Jorge Oliveros
Muchísimas gracias Jorge por compartir con nosotros tu curso escolar en Estados Unidos.